1. NO LE SOBREPROTEJAS. ENTIÉNDELE

Intenta mejorar la comunicación. Los hijos no necesitan vigilancia constante, lo que demandan son padres y madres dispuestos a comunicarse, a compartir dudas y transmitir seguridad y ayuda.

La adolescencia es una etapa delicada. Aquí ya no sirven actitudes autoritarias sin más, es fundamental demostrar tu apoyo a sus proyectos y alentar su interés por lo colectivo.

2. NO TE INTIMIDES Y ACTÚA

No te asustes ante la magnitud del desafío de educar. Y no te desentiendas. Haz algo, habla, pregunta, actúa, hazte notar. Aunque te equivoques, siempre será mejor que no hacer nada. En los momentos de crecimiento y desarrollo es cuando más atentos y más disponibles tenemos que estar. Cuentas con tu sentido común y con tu cariño.

3. PONLES LÍMITES. 

No tienes que permitirles todo. Tus hijos no necesitan tener todo lo que se le antoje ni hacer todo lo que quieran. La educación también exige poner límites. La disminución de las edades de inicio a los consumos multiplica los riesgos.

4. ANÍMALE Y FELICÍTALO POR SUS LOGROS

Todo el cariño y la seguridad que puedas darles serán bienvenidos. Los refuerzos positivos son muy valiosos en esta etapa.

5. NO TE CONFÍES. CUANTO ANTES MEJOR 

Empieza a trabajar la comunicación lo más pronto posible. Todos llegamos cansados a casa y nos apetece ver la tele, jugar a los videojuegos o cualquier otra actividad que no requiera pensar mucho pero, estrechar los lazos familiares y trabajar la comunicación es vital para poder detectar cambios de conducta. Los primeros años son los más importantes. En ellos, tus hijos sientan las bases de la confianza, la autonomía, la cooperación, y el manejo de la frustración.

Se producen muchos cambios en la adolescencia en muy poco tiempo, es un proceso psicológico unido al crecimiento social y emocional que surge en cada persona y no todo el mundo esta preparado para asumirlo de forma correcta. Hay que estar especialemente atentos a las pautas que pueden revelar conductas adictivas.